domingo, 19 de octubre de 2014

Me encanta poder escribir aquí para el ente invisible que me lee, puedo quitarme peso de encima y si alguien lo lee hay pocas posibilidades de que sepa quien soy. Desde la muerte de mi perro mi corazón se ha vuelto un desierto, llano y sin viento con el único ruido del sol calentando la arena, solo puedo imaginarme ese árbol de humo que invento en mis adentros, donde veo como las raíces de sus sucios tallos grises conectan con tumbas, tumbas de mis seres conocidos que en paz descansen alimentan a un árbol que da hojas de humo, que no se pueden tocar, y como a veces la niebla no tiene olor, pero lo veo, así me siento, y no me siento para nada loco siempre y cuando quede en mi interior, hace unos días pude añadirle una casa a ese árbol una casa para mi perro, seguro que le encantara, y seguro que me esperara a que vaya con su collar rojo, igual que ella siempre ha esperado a que despertara para poder mover la cola en su signo de felicidad. No solo hecho de menos a mi perro, también se me hace raro beber la simple pepsi que antes una gran persona bebía, también lo veo ahí con nuestros trajes militares, solo espero pacientemente desde el otro lado de mi mente, ver como cogéis forma, veros crecer en ese árbol, y que yo me una en un futuro lejano aunque me duela, poder veros, y quien sabe, sentirme bien conmigo mismo.
Estas palabras van dedicadas a mi propio ser, por ser aun y no ser el simple humo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario